Esta semana tocó hacer balance del año que llevamos al frente del Gobierno del Cabildo de Lanzarote. Hicimos una rueda de prensa en la que desgranamos todos y cada uno de los asuntos que en tiempo récord hemos sido capaces de sacar adelante en estos 365 días. Por eso ya advierto al que se moleste en leer esto que no es otro balance de gestión, que no voy a nombrar prácticamente ni uno solo de los logros que hemos obtenido. El Quijote ya lo escribió otro. Antes de nada, la actualidad manda. Tengo que felicitar a mi compañero Marci Acuña por todo lo que ha hecho en este tiempo, por demostrar que no nos equivocamos en mi partido cuando le pedimos que volviera para que sacara el Área de Bienestar Social del oscuro agujero en el que otros irresponsables la habían metido, y felicitarle también por estar este fin de semana tratando de resolver el problemón que hay con los menores inmigrantes que están bajo la tutela de Lanzarote y de los lanzaroteños. Demagogias al margen, denuncias grandilocuentes con titulares que no se ajustan a la realidad, lo único cierto es que mi compañero se está partiendo el lomo para hacer algo que se debería haber hecho hace muchos años. El trato que se está dando es el adecuado dentro de las circunstancias que nos están tocando vivir. Ni Lanzarote ni Canarias puede un minuto más con esta carga. El que quiera entenderlo que lo entienda. Es prioritario que podamos resolver esto antes de centrarnos en lo otro o de lo contrario nuestros desbordados servicios sociales morirán asfixiados por los problemas.
Si nos presentáramos mañana a unas elecciones, entiendo que la gente lo tendría claro. Los no sectarios, los que tienen ojos y oídos para ver y para oír, apostarían por nosotros seguro, conscientes de que hemos cambiado la dinámica política de la isla de los líos y nos hemos centrado en la gestión, en las personas y en los resultados; hemos traído paz, tranquilidad y concordia, hemos enterrado los fantasmas del pasado y desde luego hemos conseguido que el personal que nos acompaña en esta maravillosa aventura tenga claro que, remando todos juntos y con ganas, crearemos un Lanzarote mejor, dejaremos a los que vengan después una isla mejor. Hemos descongestionado todo lo que estaba paralizado, hemos proyectado un sinfín de cosas nuevas y buenas para el futuro de los nuestros y hemos logrado cosas que para otros se antojaban imposibles, como el cierre del Albergue de La Santa o la licitación de la nueva residencia de Tahíche. Planeamiento, transporte, becas, agua, medio ambiente, turismo sostenible… Todo está dónde y cómo debe estar. Estoy convencido de que la gente nos volvería a dar la confianza mayoritaria, insisto, mejorando por mucho los resultados anteriores. Y es que en un año hemos hecho mucho más de lo que nuestros antecesores hicieron en cuatro, que fue más bien poco o nada. Dejaron el listón muy bajo, obsesionados como estaban por destruir todo lo que oliera a Coalición Canaria o a Pedro San Ginés, pero no es excusa para no lograr el objetivo que nos hemos impuesto, hacer ver a la gente que si se quiere, se puede, que la excelencia en política se puede lograr, que el Cabildo de Lanzarote es un trasatlántico que con un buen capitán y una buena tripulación no sólo debe llegar a puerto sino que debe hacerlo a lo grande. Confío en que si en un año se ha hecho todo esto, en cuatro la cosa se vaya de madre.
Todavía recuerdo como si fuera hoy la leña que me dieron algunos por lo largo que fue mi discurso de toma de posesión como presidente del Cabildo de Lanzarote. Leña absolutamente justificada, tengo que decirlo un año después. La razón de que el discurso fuera tan largo es que mi gente y yo quisimos reflejar en unos minutos, está claro que nos pasamos, lo mucho que queríamos hacer, la ilusión con la que asumíamos un reto harto complicado, el entusiasmo con el que queríamos levantar la moral de unas tropas que estaban hundidas en la miseria… Un año después no cometeré el mismo error y trataré de ser breve para explicar el presente y el futuro.
En el siglo XVIII, cuando se crearon las bases de las principales democracias del mundo, se censuró por parte de muchos ciudadanos el poder absoluto de algunos dirigentes, principalmente reyes. Se hablaba de que en teoría hacían todo para el pueblo pero sin el pueblo. Nosotros, está claro, estamos haciendo todo para el pueblo pero con el pueblo. Es una de las principales bazas de nuestro Gobierno, la participación ciudadana, el saber escuchar a la gente. De ellos aprendemos y con ellos trabajamos. El Cabildo se ha convertido en un súper ayuntamiento, los vecinos ya acuden allí a hablar con nosotros sin protocolos ni estupideces, conscientes de que cuando llegan va a haber alguien que les va a escuchar y que tratará, dentro de sus posibilidades,de solventar su problema.
Nadie, mucho menos yo, tiene la verdad absoluta. Ahora, de ahí a permitir que los que no han hecho absolutamente nada nos marquen el paso con sus enredos y sus miserias va un paso. No lo voy a consentir. Mis adversarios políticos están obsesionados con la marca Oswaldo Betancort, mucho más que cualquiera de los míos, que por lo menos la promocionan con cariño. En cada nota, en cada discurso, en cada intervención en pleno, que si Oswaldo por aquí, que si Oswaldo por allá. Se quejan incluso de que no discuta con ellos, me llaman “mero moderador”… Y qué quieren que les diga, lo soy. No he venido aquí a perder el tiempo en discusiones absurdas que no conducen a nada, mucho más cuando la inmensa mayoría de las cosas que nos pide la oposición forman parte del grueso de asuntos en los que estamos ya trabajando. Entiendo el papel que desempeñan; ellos deben entender que yo no soy lo que esperan. No he venido a discutir, he venido a trabajar.
No son conscientes de que el secreto de mi éxito en Teguise se basó en el grupo, en el equipo. La gente no me votaba a mí, votaba el trabajo que yo lideraba. Y ese trabajo no lo hacía yo solo. Conmigo hubo siempre un grupo de mujeres y hombres con las ideas claras y con las mismas ganas que yo tenía de hacer cosas. Eso se notó y el pueblo lo fue refrendando elección tras elección. En el Cabildo me he encontrado lo mismo, un grupo increíble de mujeres y de hombres de Coalición Canaria y del Partido Popular que están dando lo mejor que tienen, que responden al nivel de exigencia que yo me impongo y les impongo. Saben, como lo sé yo, que tenemos mucho que hacer en muy poco tiempo, y que no es fácil. Las administraciones actuales desesperan al más paciente de los seres vivos. No todo sale como nos gustaría que saliera, el tiempo es otro tiempo. Pero si ni lo intentas, está claro que la cosa es todavía peor. Y eso son mis compañeros políticos, a los que sumo el personal del Cabildo, que me está sorprendiendo enormemente. Es evidente que necesitaríamos más gente, que los departamentos están infradotados, que deberemos afrontar el reto de aumentar la plantilla, cubriendo bajas y jubilaciones. Sin embargo, con la gente que me he encontrado he descubierto que su nivel humano y técnico está muy por encima de lo que otros han dicho en el pasado. El personal del Cabildo sólo necesitaba algo de cariño, una dirección concreta, un propósito diario y estímulo para que su trabajo dé frutos, para no acudir cada día a administrar la rutina. Me quito el sombrero ante ellos.
Realicé muchas promesas en la campaña electoral y prácticamente las he cumplido todas. Ahora toca seguir remando en la misma dirección, sin distracciones de ningún tipo. Hubo mucha gente que salió a la calle el pasado 20 de abril, algunos de ellos sólo para hacer bulto y salir en las fotos, para dar a entender que el problema de la vivienda y de la sobreexplotación turística es de los que llevábamos unos meses en el poder. Su preocupación sólo estaba en el día 20. A mí me preocupaba el día 21. Al día siguiente de la manifestación, un domingo, el comprometido equipo de trabajo que me rodea estuvo solucionando problemas y planificando lo que está por venir. También en lo que tiene que ver con el territorio, con el turismo y con eso que tanto han manoseado los que les gusta hablar y luego no hacer nada de lo que hablan cuando tienen el mando en plaza, el desarrollo sostenible. Me preocupó el día 21 porque los que sólo tratan de obtener rédito político de la movilización ciudadana seguirán poniendo zancadillas para que no salgan adelante las herramientas que permitirán a las generaciones futuras, a la generación de mi hija, heredar una tierra mejor. Y para que sea mejor es necesario planificar, es necesario regular, es necesario desclasificar, es necesario apostar por el transporte público, por las energías renovables, por la diversificación de la economía… A nosotros, a mi equipo, no nos hace falta que nadie nos presione, que nadie nos muestre el camino. Insisto en que lo tenemos muy claro, sin mapa y sin nada. Queremos un Lanzarote verdaderamente sostenible, un Lanzarote en el que la gente que nos visita se marche con una sonrisa, un Lanzarote en el que la gente tenga empleo, en el que la riqueza que genera el turismo alcance a todos los que colaboran en su desarrollo. Queremos un Lanzarote comprometido con el transporte público, con las energías renovables, con el control sobre la obra pública y privada. Queremos un Lanzarote con menos cemento y con más zonas verdes, con más carriles bici y menos carreteras… Y en eso hemos trabajado sin descanso en este año y en eso seguiremos trabajando los años que están por venir.
Hemos recuperado el orgullo de pertenencia a la que es la tercera isla de Canarias. Porque por encima de todo, mi más profundo deseo es que los lanzaroteños y lanzaroteñas, los gracioseros y gracioseras, se sientan orgullosos del lugar donde viven: Lanzarote y La Graciosa, las islas más maravillosas para ser felices.
Oswaldo Betancort, presidente del Cabildo de Lanzarote