La especialista en Aparato Digestivo de Hospital Parque Dácil Díaz señala que estos dos tipos, de origen vírico, son las que registran una mayor incidencia
Con motivo del Día Mundial contra esta patología, que se celebra el domingo, insiste en que la población tome conciencia de su su prevención, además de estar atentos a los primeros síntomas
La práctica de relaciones sexuales sin protección es una de las principales causas del incremento que se está registrando en el número de casos de hepatitis B y C, los tipos de esta patología que registran una mayor incidencia en estos momentos y que, a su vez, presentan un alto riesgo de cronificación, afirma la especialista en aparato digestivo de Hospital Parque Dácil Díaz .
Con motivo de la celebración del Día Mundial contra la Hepatitis, el próximo domingo, insiste en que es necesario que la población tome conciencia de los factores de riesgo que provocan el contagio de dicha patología e insiste en la importancia de estar atentos a los posibles síntomas.
La hepatitis se produce como consecuencia de la inflamación de las células del hígado por causas víricas, que son las que registran una mayor incidencia, así como inmunológicas o tóxicas. Dicha patología está asociada a la presencia de síntomas como malestar general, dolor abdominal, náuseas, vómitos, cansancio, fiebre en la fase aguda, al mismo tiempo que en algunos casos va acompañada de ictericia.
La especialista de Hospital Parque señala que las hepatitis víricas se curan solas pero en el caso de la B y C existe el riesgo de que se puedan cronificar. Esto supone un deterioro del hígado que puede desembocar en enfermedades sin cura como la cirrosis e incluso derivar en un cáncer hepático o hemorragias digestivas, entre otras complicaciones.
Dácil Díaz matiza que la principal medida de prevención de la hepatitis B y C se centra en evitar riesgos en las vías de contagio, teniendo en cuenta que en el caso de primera son las relaciones sexuales, mientras que en el caso de la segunda se transmite por la sangre, principalmente a traves de agujas contaminadas.
Apunta que el abordaje de la hepatitis no conlleva en un principio tratamiento, ya que la inflamación aguda se resuelve en un plazo de dos semanas. Sin embargo, el proceso de eliminación del virus de la sangre se puede prolongar hasta los seis meses, pasados los cuales, si todavía persiste, se procede a la administración de antivirales.
No obstante, afirma que un porcentaje importante de afectados por hepatitis B y C experimentan una cronificación de la enfermedad, por lo que se recurre al tratamiento con antivirales.
La especialista destaca que los resultados del tratamiento garantizan la curación en prácticamente el 99% de los casos de hepatitis C . Sin embargo, explica, la tipo B no se cura definitivamente, permaneciendo latente el virus y pudiéndose reactivar tras un descenso de las defensas. En estos casos, explica, se puede llegar a mantener el tratamiento antiviral de por vida.
Puntualiza que en los casos en los que se cronifica la hepatitis, es necesario llevar a cabo un seguimiento de la evolución. En este caso, técnicas como la elastografía hepática de transición permiten la exploración del hígado para conocer el grado de fibrosis hepática y determinar el alcance del daño. A esto se suman otras pruebas como la ecografía y las analíticas con el fin de poder tener información del proceso e introducir tratamientos que frenen el deterioro del hígado.