Redaccion Isla

CANARIAS NECESITA ACUERDOS; Por Sebastián Franquis

Desde el Partido Socialista afirmamos en el comienzo de legislatura que haríamos una oposición contundente y constructiva, organizando y orientando nuestro trabajo desde una alternativa progresista, responsable y dialogante. Somos un partido de gobierno, creemos en la política útil y que sirva para mejorar la vida de la ciudanía.

En esa línea de diálogo y colaboración en cuestiones de interés general, y como portavoz del Grupo Parlamentario Socialista Canario, le he propuesto al presidente de Canarias, Fernando Clavijo, dos pactos autonómicos sobre problemas estructurales de la sociedad canaria que requieren nuestra atención y consideración, y que exigen la adopción, de forma consensuada, de medidas para combatir la situación de riesgo de pobreza y/o exclusión social (principalmente, la pobreza infantil y juvenil), y para incrementar la productividad de nuestra economía.

 A lo largo de los últimos años, en Canarias hemos soportado tasas muy elevadas de riesgo de pobreza y/o exclusión social, siempre por encima de la media nacional y entre las posiciones más altas en la ordenación por regiones.

Los datos del XIII Informe AROPE de pobreza y la exclusión social en España 2008-2022 son bastante claros. Canarias es la segunda comunidad autónoma, tras Extremadura, con mayor proporción de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social, con un total de 787.860 personas, lo que supone un 36,2 % de la población, una situación estrechamente vinculada con la pobreza infantil y juvenil. Todo ello a pesar de que esta tasa cayó en 1,6 puntos respecto a 2021, fruto del compromiso firme y decidido del Pacto de las Flores para dar respuesta a esta lacra en un contexto socioeconómico complejo.

Somos la comunidad autónoma con mayor tasa de pobreza infantil, con 376.570 niños, niñas y adolescentes en riesgo de pobreza y/o exclusión social; una pobreza que en Canarias se hereda, pues una de cada tres personas adultas ha crecido en un hogar en riesgo de pobreza y/o exclusión social

Además, los tres elementos que están lastrando a los hogares más vulnerables en las islas son la inflación, la vivienda y los suministros, situando a Canarias como la comunidad autónoma con mayores dificultades para llegar a final de mes, afectando al 60 % de la población, o para afrontar gastos imprevistos.

Junto a la lucha contra la pobreza, el segundo gran pacto que hemos planteado es sobre la productividad en tanto constituye la principal debilidad de la economía de Canarias, ya que la baja productividad está comprometiendo el desarrollo económico de todo el país y guarda una fuerte relación con los bajos salarios, las largas jornadas laborales o la falta de competitividad de muchas empresas.

En Canarias, las conclusiones que se han obtenido para el territorio nacional se hacen aún más evidentes e intensas. La euforia por el máximo histórico de 997.800 ocupados, aumentando respecto al año anterior en 50.200 personas, la segunda comunidad autónoma con un mayor crecimiento de ocupados a nivel nacional, y la tasa de paro del 15,2 % que arrojó la EPA del tercer trimestre de 2023, oculta otra realidad también histórica: la baja productividad de la economía canaria y un continuo empobrecimiento per cápita de la población, que se aleja cada vez más a las islas de la media nacional.

Es decir, hay más personas trabajando, aunque produciendo menos, lo que deja Canarias a la cola de la productividad de España.

Es por ello que desde el Partido Socialista consideramos imprescindible apostar de forma decidida y contundente por la educación; multiplicar los esfuerzos en I+D; acelerar la digitalización del tejido productivo y aprovechar las oportunidades de la transición ecológica; entre otros aspectos.

Estamos convencidos de que solo así podremos crear empleo de calidad, pagar salarios más altos, reducir nuestra vulnerabilidad a las crisis y la competencia exterior, y garantizar el mantenimiento del estado de bienestar sin incurrir en déficit públicos crónicos o hipotecar el bienestar de las generaciones futuras.

Para nosotros, este pacto debe contar con la participación de todas las fuerzas políticas y agentes sociales y privados implicados en el ámbito económico y social, y debe tener la vocación de transcender la presente legislatura, al afrontar unos retos que requieren el esfuerzo decidido y prolongado del conjunto de las administraciones, que estén salvaguardados de eventuales y futuros cambios políticos, con disposición de estabilidad, permanencia, certidumbre y compromiso presupuestario.

Un pacto para coordinar las políticas entre las distintas administraciones, que no pueden estar ausentes en el estancamiento de la productividad de la economía. Para ello es imprescindible acordar los objetivos de las políticas económicas y sociales para los próximos años y adoptar un conjunto de medidas que permitan avanzar en  esta dirección.

En este arduo pero necesario camino encontrarán al Grupo Parlamentario Socialista Canario.

Sebastián Franquis

Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista

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Las Islas Canarias que soñamos; Por David Cabrera de León

El 82% de la población total de Canarias se concentra en las islas capitalinas.

El 52% del territorio canario corresponde a las islas no capitalinas.

El 74% de la suma de los presupuestos insulares corresponden a las islas capitalinas.

En una utopía distante, Canarias experimenta una realidad donde la asignación de recursos siempre ha sido justa. En este mundo ideal, los números hablan de una distribución equitativa de los presupuestos, considerando las necesidades específicas de cada cabildo insular y garantizando que todas las islas compartan un desarrollo equitativo.

Aunque Gran Canaria y Tenerife continúan siendo las islas capitalinas, albergando la mayoría de la población canaria, la asignación de recursos se realiza teniendo en cuenta las particularidades de cada isla. Este enfoque ha dado lugar a una densidad poblacional más equitativa en todo el archipiélago, evitando la concentración masiva en las islas capitales de provincia.

En esta utopía, la gente elige dónde vivir porque en todas las islas encuentran las mismas oportunidades y calidad de vida. Las islas que vivían bajo el paraguas de la doble y triple insularidad reciben presupuestos que reflejan de manera adecuada sus necesidades. Ya no se usa una regla de tres para asignar los millones; “población partido euros”.

En este escenario utópico, la naturaleza sigue determinando las dimensiones de cada isla, pero el enfoque humano se centra en dotar a todas por igual de mejores servicios sanitarios, educativos e infraestructuras. La asignación presupuestaria se guía por principios de igualdad de oportunidades, fomentando un desarrollo sostenible y equitativo en todas las islas.

Además, en esta utopía distópica, el Gobierno Canario decide otorgar mayor autonomía de gestión a los cabildos insulares. Este cambio se traduce en una mayor capacidad para abordar las particularidades y desafíos específicos de cada isla, dando lugar a un modelo de gestión más descentralizado. Las islas, una vez subestimadas, se convierten en laboratorios de innovación, experimentando políticas adaptadas a sus propios contextos.

En resumen, esta utopía canaria representa un modelo en el que la equidad y la reflexión en la asignación de recursos construyen un futuro más justo y próspero para todos los habitantes del archipiélago, independientemente de la isla que elijan llamar hogar.

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EL REDESCUBRIMIENTO DE CANARIAS EN LA OBRA DE GIOVANNI BOCCACCIO; Por Alfonso Licata

EL REDESCUBRIMIENTO DE CANARIAS EN LA OBRA DE GIOVANNI BOCCACCIO: la mirada antropológica sobre la humanidad del “buen salvaje”

En la primavera de 1291 los hermanos Ugolino y Vadino Vivaldi partieron del puerto de Génova con la intención de llegar a la India por mar al cabo de diez años. La expedición fue patrocinada por Tedisio D’Oria. Tras llegar a las costas marroquíes no se supo más de ellos. Es difícil saber si pasaron por las Islas Canarias durante su expedición; pero el descubrimiento de las Islas Canarias fue consecuencia directa de su viaje, ya que tras los diversos intentos que se hicieron para encontrarlas y seguir su ruta, el Archipiélago dejó de ser un mito y fue adquirido por el conocimiento geográfico de la época. Una fuente que ha salido a la luz recientemente revela la verdadera suerte de los hermanos Vivaldi: ellos, contrariamente a lo que siempre se ha pensado, no naufragaron con sus galeras durante la travesía del océano más allá de las Columnas de Hércules, pero no regresaron voluntariamente a su patria, debido al gran peligro que entrañaba el viaje de regreso.

El verdadero redescubrimiento de las Islas Afortunadas, sin embargo, se produjo en el año 1312 por el navegante italiano (ligur, de Varazze) Lanzarotto Malocello, y este acontecimiento marcó el fin de un antiguo mito, iniciando el período de grandes descubrimientos geográficos. Desembarcó en Lanzarote, la más septentrional de las Islas Canarias, y dio su nombre a esta isla. Permaneció allí durante casi dos décadas -hasta 1328 o 1329- siendo finalmente expulsado por una revuelta indígena, aunque no se conocen muchos datos al respecto. Los testimonios de la ocupación de Lanzarotto Malocello están documentados por múltiples fuentes. Aunque estas islas ya habían aparecido en los océanos de los primeros mapas mundiales que databan de unos siglos antes (a veces su nombre mítico aparecía encerrado en un simple rectángulo, o colocado en los extremos de los mismos mapas del mundo parcialmente conocido), sólo en 1339 estos territorios aparecieron finalmente bien definidos y diseñados como verdaderas islas, una de las cuales está indicada como “Insula de Lanzarotus Marucelus”, en el portulano creado por el cartógrafo mallorquín Angelino Dulcert, también de origen italiano. El origen genovés del redescubrimiento  está,  pues,  atestiguado  por  este  portulano   de Angelino Dulcert de 1339, que reproduce de forma incompleta las Islas, con la insignia de la bandera de Génova en la isla de Lanzarote.

Podemos decir por tanto que la llamada Era de los Descubrimientos (o Era de la Exploración) comienza con el redescubrimiento de las Islas Canarias, que constituyeron el primer trozo del «Nuevo Mundo».

Lamentablemente, el viaje de Malocello no tuvo implicaciones literarias ni abrió un debate cultural con reflexiones de carácter histórico, geográfico o antropológico.

La siguiente expedición, organizada por italianos y portugueses en el año 1341, es de gran interés porque es la primera descripción que se hace del Archipiélago y sus aborígenes. La empresa estaba bajo la dirección técnica de los italianos Niccoloso da Recco y Angiolino de Teggia dei Corbizzi, este último capitán de la empresa.

Este viaje está narrado en un fragmento del diario de Giovanni Boccaccio, quien escribió una crónica de este viaje, el “De Canaria et insulis reliquis ultra hispaniam noviter repertis” describiendo, entre otras cosas, a los guanches, su lengua (que variaba entre los varias islas) y sus costumbres. Se trata de la obra más pequeña, de apenas un par de páginas, de las escritas en latín por el gran escritor y humanista italiano, relativa a un viaje a las Islas Canarias en 1341, descubierta por Sebastiano Ciampi en Florencia y hoy conservada en la Biblioteca Nacional. de Florencia, llamado Zibaldone Magliabechiano. Fue publicado por primera vez por el propio Ciampi en diciembre de 1826.

Niccoloso da Recco, desde su salida de Lisboa, conocía el destino hacia el que se dirigía, refiriéndose seguramente a la experiencia genovesa de Lanzarotto Malocello, aunque no conocía a los habitantes de las islas, ya que el equipo estaba compuesto por «caballos, armas y diversas máquinas de guerra, para conquistar ciudades y castillos” que existían sólo en la imaginación de los miembros de la expedición, derivadas de su propia cultura.

De las cinco islas habitadas que ciertamente formaban parte del archipiélago canario, Niccoloso da Recco entendió la diversidad étnica y cultural que existía entre las mismas islas al constatar la existencia de diferentes lenguas, atribuyéndolo a la falta de comunicaciones y a la ausencia de tráfico marítimo entre ellos. El texto de Boccaccio sólo proporciona información sobre la población de las dos primeras islas visitadas por la expedición.

El siguiente pasaje de la obra, que transcribo, traducido al español, destaca sobre todo por su apertura y actitud favorable hacia esos mismos habitantes de Canarias de los que Petrarca, sin embargo, habla en términos decididamente negativos:

. “…… La isla de la que zarparon, tiene por nombre Canaria y era la más poblada de todas; no podían entender el idioma que hablan, habiendo intentado hablar con varios; de estatura, no sobre­pasaban la nuestra; tenían extremidades, resistentes y fuertes, con una gran inteligencia, por lo que se pudo observar. Hablaban con ellos por señas, y mediante las señas respondían como lo hacen los mudos; se respetaban entre ellos, pero especialmente a uno de ellos; y a estos calzones de palma, los demás tenían juncos teñidos de amarillo y rojo. Cantaban con delicadeza y bailaban casi como si fueran franceses; eran alegres y avispados, y bastante más familiares que muchos españoles.

Luego, subieron al navío y no les faltaron higos ni pan, que les parecieron bastante buenos, te­niendo en cuenta que nunca los habían probado antes; de hecho, el vino lo rechazaron y solo bebieron agua. También comieron trigo y cebada cruda, queso y carne, de las que disponían en abundancia y de buena calidad; bueyes, camellos y asnos, no tenían; pero sí muchas cabras, ovejas y jabalíes. Se les enseño monedas de plata que no reconocieron, como tampoco reconocieron las armas de ningún tipo. Se les enseñó cadenas de oro, vasijas talladas, sables, espadas de todo tipo, pero parecía que no habían visto ni tenido nunca nada de lo que se les enseñó; mostraron ser confiados y muy leales entre ellos, en tanto en cuanto se pueda deducir, principalmente porque no les faltó nada a ninguno de ellos, ya que antes de que faltara algo, lo dividían en partes iguales y se les daba a cada uno su parte.

Sus mujeres se casaban y las que ya estaban casadas llevaban las mismas prendas que los hom­bres; las que aún eran niñas iban totalmente desnudas, sin mostrar ninguna vergüenza por ello”.

A diferencia de Petrarca, que destaca la ignorancia y la soledad salvaje de los habitantes de las Islas Canarias, destacando cómo se guían por sus instintos naturales más que por el libre albedrío y los representa como la antítesis del ideal de lo que busca, Boccaccio describe la Los indígenas de la isla de Gran Canaria son valientes, fuertes, muy inteligentes: se respetan entre sí y el respeto que tienen por su líder es indicativo de un cierto nivel de madurez y articulación en su cultura política. Bailan y cantan tan bien como los franceses, son alegres, ágiles y más amables que muchos españoles. No están nada familiarizados con la civilización europea. No conocen las monedas de oro ni de plata, ni siquiera las especias. El texto de Boccaccio, si observamos atentamente lo que en él se acaba de describir, pone de relieve un claro contraste entre estos objetos, símbolos del materialismo de la civilización europea, y la gran confianza y lealtad que existe entre los nativos, demostrada por el hecho de que no se come nada sin antes dividirlo en partes iguales. Este es, por supuesto, un tema que se convertirá en algo común en la literatura posterior sobre exploración y descubrimiento. Boccaccio, en su representación del encuentro, refleja una visión del otro inspirada en una perspectiva típicamente mercantil que, sin embargo, deja un cierto margen de autonomía a la cultura del otro, a diferencia de Petrarca que niega al otro cualquier forma de autonomía cultural. Mientras la mirada antropológica de Petrarca está condicionada por el discurso imperialista de evangelización y conquista que se desarrollaba en ese período en la corte de Clemente VI, la representación del otro por parte de Boccaccio emerge de una cultura híbrida, humanista y mercantil. De hecho, uno tiene la clara impresión de que Boccaccio quiere en cierto sentido culpar y castigar la cultura de los europeos y, en particular, subrayar polémicamente su degeneración moral. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el encuentro con el otro muchas veces no es un encuentro basado en la reciprocidad, ya que el sujeto europeo tiende a proyectar su propia apariencia sobre el otro para afirmar sus propios programas imperiales, religiosos y sociales.

De la primera isla visitada y de sus habitantes, en De Canaria leemos: “La primera vez que la descubrieron tenía 140 millas de circunferencia; Todo era una masa de piedra, inculta, pero abundante en cabras y otros animales, y muy poblada de hombres y mujeres desnudos, que se parecían a los salvajes en sus hábitos y costumbres.» Niccoloso da Recco y sus compañeros se llevaron la mayor parte de las pieles y grasas de la isla, pero no entraron al interior. Considerando que se trata de la primera representación de un pueblo no occidental, es muy probable que haya que hacer referencia a los habitantes indígenas de la isla de Fuerteventura no sólo para la descripción de la isla sino también porque se supone que los miembros de la expedición conocía el derecho de la República de Génova sobre la isla de Lanzarote, descubierto por ellos y dibujado en el mapa de Dulcert, por lo que decidieron evitarlo y dirigirse hacia la isla de Fuerteventura. De este fragmento podemos resaltar algunas de las características que a ojos de los líderes de la expedición podrían considerarse ejemplos de barbarie: la primera era la vida pastoril a expensas de la agricultura y el hecho de que la isla estaba «inculta» y » abundante» en el ganado vacuno y otros animales», aunque es necesario subrayar que para el cristianismo latino la figura del pastor no era necesariamente comparable a la del salvaje. El segundo se refiere a la desnudez colectiva e indiscriminada de hombres y mujeres. Y finalmente «costumbres y tradiciones», aunque el texto es vago al especificar a qué costumbres se refiere.

La imagen de «salvajes» atribuida a los habitantes de la primera isla en el texto de Boccaccio contrasta radicalmente con la imagen positiva de los habitantes de la segunda isla visitada que, explícitamente, el texto indica es «Canaria», la actual isla de Gran Canaria. Boccaccio plasma en su obra varios elementos típicos del imaginario de la civilización medieval que pueden explicar por qué, a diferencia de los salvajes de la isla de Fuerteventura, los habitantes de la isla de Canaria fueron percibidos positivamente bajo la mirada de da Recco. Estos elementos son: autoridad y jerarquía social; habilidades de comunicación; apariencia física, capacidad mental y comportamiento; y la vida agrícola, sedentaria y civil. En cuanto a la autoridad y la jerarquía social, Boccaccio subraya que «algunos parecían mandar sobre los demás».

Desde la época de Tomás de Aquino se creía que existía una relación directa entre la apariencia física, la capacidad mental y el comportamiento. Estos tres aspectos fueron, en conjunto, destacados por Boccaccio en la descripción de los cuatro prisioneros canarios de los que dice que “son jóvenes, imberbes y de buena figura; (…), tienen el pelo largo, rubio y lo cubren hasta el ombligo», «tienen miembros robustos, son fuertes, muy valientes y aparentemente inteligentes». Pero, tal vez, lo que Boccaccio describió con mayor admiración fue el comportamiento de los isleños, a los que definió como «muy valientes», añadiendo que «su lealtad es muy grande» y que son «alegres y sonrientes» y «bastante civilizados». Otro elemento característico de la civilización que se describe en De Canaria, a diferencia de los pastores de cabras «salvajes» de la isla de Fuerteventura, es la de una «vida agrícola, sedentaria y civilizada» ya que los expedicionarios a su llegada a Canaria «la encontraron muy poblada y cultivada: produce maíz». , trigo, frutas y sobre todo higos», por lo que desde sus barcas «vieron muchos casas pequeñas, higueras y otros árboles, palmeras infructuosas, legumbres, coles y hortalizas, además de palmeras». Además, al desembarcar en la isla, comprobaron que sus casas y edificios “estaban construidos con piedras labradas con gran arte y cubiertas con madera hermosa y grande”, las cuales “eran todas muy hermosas, revestidas de excelente madera, y muy limpias, tanto que se diría que su interior estaba encalado con yeso”.

De Canaria, además de estas características consideradas propias de una sociedad civil, también atribuyó a los habitantes canarios el hecho de practicar el matrimonio, tener un sistema numérico y también una religión, dada la existencia de una capilla o templo situado en la ciudad visitada por los expedicionarios. El nivel de admiración de Boccaccio por esos isleños es tal que los compara en términos iguales, e incluso superiores, con los pueblos del Occidente cristiano. Por ejemplo, afirma que «bailan a la francesa», que eran «bastante civilizados y menos groseros que muchos españoles» y «su lengua es muy dulce (…) como el italiano». Incluso su desnudez colectiva, característica que en el cristianismo latino era un elemento de barbarie, fue resaltada durante la narración como reflejo de un estado de inocencia. Estas dos representaciones, tanto la de los habitantes de Fuerteventura como la de los habitantes de Canarias, en realidad no son contradictorias entre sí ya que ambas responden al mismo principio etnográfico utilizado por los escritores medievales del Occidente cristiano, es decir, que de degeneración, aunque a través de dos modelos diferentes: por un lado, los habitantes de Fuerteventura son representados utilizando el modelo de los “salvajes”, en el que las personas eran relegadas al nivel más bajo del ser, es decir, infrahumanos, hombres bestia o salvajes. , como fue el caso de estos isleños, mediante una discriminación que contempla principalmente aspectos culturales más que los ligados a la apariencia. Los habitantes de Canarias, sin embargo, están representados siguiendo el modelo del «buen salvaje», más utilizado por comentaristas que por observadores como en el caso de Boccaccio.

Los salvajes de Fuerteventura aparecen explícitamente en el peldaño más bajo de la escala de valores de la humanidad. Como antítesis y punto de referencia para poder definir la barbarie de esta última, implícitamente, el Occidente cristiano se revela, a través del testimonio de da Recco y la pluma de Boccaccio, como una civilización. Y finalmente, en un punto intermedio de la cadena están los habitantes de Canarias que, sin ser totalmente salvajes ni civilizados, aparecen en un estado casi mítico en el que el estado natural es un estado afortunado, digno de emulación por los hombres civilizados.

Así, desde el inicio del encuentro, parece claro que los habitantes del primer Nuevo Mundo descubierto por el cristianismo latino fueron identificados como salvajes e infieles, que, tras ser negados como Otros, debían ser combatidos, civilizados y cristianizados y, finalmente,  obligados a unirse a la totalidad dominante que los percibía como «enemigos de la fe» dignos de ser sometidos a la pérdida de su libertad, de sus bienes y de su legítima autoridad para gobernarse a sí mismos. Esta situación ayuda a comprender las primeras expediciones de la Europa cristiana, que dieron lugar a incursiones contra las poblaciones indígenas de las Islas Canarias, constituyendo estas últimas parte del botín obtenido mediante el uso de la violencia, como también relatan los escritos de al-Maqrizi, Ibn Jaldun, el rey Alfonso IV, el propio Giovanni Boccaccio y otras fuentes de la época.

Alfonso Licata

Presidente Sociedad Dante Alighieri de Canarias

Presidente VII Centenario del redescubrimiento de Canarias porel navegante italiano Lanzarotto Malocello

Corresponsal Consular de Italia en Lanzarote

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Mamá, papá, soy de la Constitución; Por Jacobo Medina

A lo largo de mi vida he vivido numerosos cambios en la ciudadanía de España. Nací con las cabinas de teléfono, tuve una adolescencia en la que empezaba a sonar la palabra “móvil” y vivo ahora sumido en la era digital y el 5G.

También he vivido, en el terreno político, numerosas situaciones diferentes. Mayorías absolutas de socialistas y populares, acuerdos de gobiernos y fatídicos gobiernos de coalición, como fue la última legislatura y parece que va a ser esta en la que estamos inmersos.

Y cambiar no está mal. Considero que es algo natural y que la ciudadanía tiene que sufrir. Pero también pienso que tenemos que garantizar unas normas, y regirnos en base a unas leyes. En nuestro caso, nuestra Constitución.

Porque yo tuve la fortuna de crecer en democracia, pero mis padres y sobre todo mis abuelos no. Y siempre digo con orgullo que provengo de los pueblos de Ye y Maciot, distantes en kilómetros pero cercanos en sentimiento. Y mis abuelos siempre me contaban lo duro que fue vivir en una dictadura y lo afortunado que soy por vivir en democracia.

Y pensaba que eran “boberías” de abuelos, pero a medida que he ido creciendo, he aprendido que no eran sandeces. Porque nuestra democracia es algo que tenemos que cuidar, y que la tenemos gracias a que unos valientes demócratas, de ideas políticas antagónicas , aparcaron sus diferencias por un bien común: la unidad y el progreso de España.

Y de ahí nació nuestra Constitución, esa carta magna que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político; como así dice en su artículo primero. Y esta frase, que los estudiantes de derecho nos aprendíamos como si fuese el padre nuestro, ha marcado, marca y siempre marcará nuestra identidad española.

Un documento que conviene recordar que fue realizado por aquellos “padres” electos en las elecciones democráticas de 1977, y que fueron elegidos por la Comisión de asuntos Constitucionales y libertades públicas de aquella época, quienes nombraron a 7 personalidades a las que les debemos mucho: Gabriel Cisneros Laborda, Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca, Gregorio Peces-Barba, Jordi Solé, Manuel Fraga y Miquel Roca

Y esa Constitución, que hoy celebramos el aniversario del día que se sometió a referéndum, es el escrito por el que debemos regirnos. Un documento que busca el consenso y la igualdad de todos, y del que no deberíamos de prescindir y malinterpretar.

Por eso, más que nunca, yo soy de la Constitución. Porque es lo que nos identifica y lo que garantiza nuestras libertades. Porque debemos de recordar para qué se hizo la transición a la democracia, y el porqué de nuestra carta magna.

Una búsqueda del consenso y del respeto hacia la democracia que parece estar en riesgo. Por eso escucho y leo a aquellas personalidades como Felipe González y Alfonso Guerra, socialistas con los que yo discrepo en numerosos aspectos, cómo están preocupados por el devenir del país. Ven como parece que la Constitución ha pasado a un segundo plano, y ven como peligra hasta la separación de poderes.

Estamos a tiempo, estoy seguro. A tiempo de recordar lo que somos, lo que nos costó serlo, y tener claro hacia dónde queremos ir. El diálogo, el consenso y la mirada hacia el futuro pasa, más que nunca, por el respeto a la Constitución.

Celebremos este 6 de diciembre. Porque somos un gran país con una Constitución envidiable. Viva la democracia, y viva España.

Secretario general del PP de Lanzarote y vicepresidente del Cabildo, Jacobo Medina

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LOS DERECHOS DE LAS MUJERES SON LOS DERECHOS HUMANOS DE TODAS LAS PERSONAS; Por Lucía Olga Tejera

En 1999, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, después de asumirse desde la política y la sociedad que las agresiones contra la población femenina constituyen una lacra incontestable, inaceptable e inasumible, a la que hay que poner freno.

En esta jornada reivindicativa, la UNESCO ha vuelto a hacer un llamamiento a la unidad y a la acción, porque, según asegura, “los derechos de las mujeres son los derechos humanos de todas las personas”. Y considero que en esta ocasión, la organización ha puesto el dedo en la llaga, al hacer un llamamiento al compromiso colectivo para acabar con estos hechos abominables.

Dar respuesta a la violencia de género nos interpela a todos y a todas, a las mujeres y a los hombres, a la gente joven y a las personas adultas, a madres y padres, abuelas y abuelos, que transmiten los valores humanitarios en los hogares, y a los centros escolares, con capacidad para fecundar convicciones igualitarias en el alumnado.

El 25 de noviembre y su mensaje violeta también apela a la responsabilidad de quienes legislan, gestionan y lideran las administraciones públicas, porque en sus manos está la construcción de un armazón preventivo y protector, que alerte y castigue, de pedagogía y progreso.

Dejo dos cuestiones para la reflexión. La primera es que una de cada cuatro mujeres en todo el mundo (27%) ha sido víctima de la violencia en pareja por parte de un hombre en algún momento de su vida. Son datos de un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que revelan que, como problema de salud pública, la violencia de género es global. Que no entiende de geografías ni de clases sociales, ni del orden ficticio de los mundos. Que infecta y coloniza hasta el último rincón de la Tierra.

Y la segunda que, según la última radiografía sobre la violencia de género en España, la forma más prevalente es la violencia psicológica, pues un 27,8% de las mujeres confiesan haber sido “humilladas o insultadas, a solas o delante de otras personas, por su pareja o expareja”, haber sido acusadas de infidelidad, haber recibido la prohibición de ver a sus amistades o de dedicarse a alguna afición o tarea fuera de casa, haber sido intimidadas o amenazadas.

No lo olvidemos: eso también es violencia, también estrangula vidas.

En este escenario de terror para tantas y tantas mujeres, mostremos nuestro rechazo, sumémonos a las reclamaciones de igualdad y seamos conscientes de nuestra capacidad para reivindicar y obtener una sociedad más justa y paritaria.

Lucía Olga Tejera

Diputada del Grupo Parlamentario Socialista por Lanzarote

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